Aztecas

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B. Política

La autoridad suprema en la ciudad de México-Tenochtitlán era un tlatoani (“orador”). El "imperio azteca" llamado por sus súbditos Triple Alianza fue inicialmente una alianza militar de tres ciudades: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlán. Al frente de cada una de estas había un tlatoani que era la máxima autoridad en esa ciudad. Con el paso del tiempo la ciudad de Tenochtitlán fue prominente y de hecho las otras dos pasaron a estar sometidas de facto a las órdenes del tlatoani de Tenochtitlán que por eso se denominó huēy tlahtoani (“gran orador”) para señalar su posición por encima de los otros dos. Este es el cargo al cual la historiografía europea llama "emperador azteca".

Los Aztecas reinaba por el sesgo de una jerarquía severa. El soberano no tenia responsabilidad delante ningunos excepto a Huitzilopochtli (el dios que proteja a los Aztecas). Su palabra había calor de ley y estaba trata como la mitad de un dios. Para apoyarlo, una clase de nobles que se encargaban de los asuntos del Estado estaban dotados de una recompensa y un poder considerable.

La nobleza había una situación equivalente a la de los sacerdotes (prêtre), representes de los dios y responsables de los ritos religiosos, de la escritura, de la medicina y de la astronomía. Luego habían los negociantes, los comerciantes, los artesanos y los súbditos. El nivel mas bajo era ocupado por los esclavos (personas capturadas durante la guerra con destino de sacrificio o personas que escogieron este estatus para pagar una deuda o para sobrevivir a una mala cosecha (récolte))

- C. Religión

En la civilización azteca, la religión era guía de la vida. La religión azteca era fundada sobre los astros y en la observación de los fenómenos celestes. Estos fenómenos determinaban el modo de vida a seguir, lo que era el único objetivo del pueblo azteca. En sus civilización, nada era hecho sin tener relación con la religión.

Los Aztecas como los Mayas veneraban el Sol, la Lluvia, la Luna y varios otros dios. Pensaban que el dios “Serpiente de plumas”, o sea Quetzalcoatl, les había creado quien bajo en el mundo subterráneo de los muertos y regó (arroser) con su propio sangre los huesos de los ancestros para que reviven.

Ofrecían a sus dios sacrificios humanos, y a cada divinidad concordaba un rito : a algunos los arrancaban el corazón para que el Sol se levanta cada mañanas ; niños eran ahogados para que las lluvias fueran abundantes.

El segundo mes del calendario azteca se llamaba Tlacaxipehualiztli (literalmente “Desuello (écorchement) de los hombres”). Durante esta mes, las víctimas eran degollado o decapitados y después desollados por el honor del Dios Xipe Totec (“nuestro señor el desollado”), dios de la renovación de la vegetación.

Las pieles eran llevadas por los sacerdotes (prêtre) durante los ritos de fertilidad que seguían los sacrificios. Los cráneos de las víctimas eran expuestos por centenas. Los sacrificios tenían lugar igualmente en las grandes ocaciones como la renovación del gran templo de Tenochtitlán donde muchas centenas de personas fueron sacrificados.